Lot 17
  • 17

Diego Rivera (1886-1957)

Estimate
4,000,000 - 6,000,000 USD
bidding is closed

Description

  • Diego Rivera
  • Niña en azul y blanco (Retrato de Juanita Rosas a los diez años de edad)
  • signed and dated 1939 lower right
  • oil on canvas
  • 47 3/4 by 36 in.
  • 121.3 by 91.4 cm

Provenance

Alberto Misrachi (Central de Publicaciones), Mexico City
Inés Amor, Galería de Arte Mexicano, Mexico City 
The Collection of Max Epstein, Chicago
Thence by descent
Private Collection, California 
Sale: Christie's, New York, Important Latin American Paintings, Drawings and Sculpture, November 24, 1992, lot 10, illustrated in color

Exhibited

Mexico City, Instituto Nacional de Bellas Artes, Palacio de Bellas Artes, Diego Rivera 50 años de su labor artística. Exposición de Homenaje Nacional, 1949, no. 776, pp. 231 and 451, illustrated

Literature

Antonio Souza, Los Niños Mexicanos pintados por Diego Rivera, Mexico, 1959, no. 13, illustrated
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto Nacional de Bellas Artes, Diego Rivera: Catálago General de Obra de Caballete, Mexico, 1989, no. 1509, p. 198, illustrated

Condition

This work on canvas is unlined and well-stretched, but the tacking edges have been reinforced. The paint layer is stable and well textured. Although there is a very faint stretcher mark running horizontally across the middle, this is certainly not disturbing or a reason for any structural restoration. The paint layer appears to be clean. Although there is a small restoration in the blanket covering the contents of the basket, there are no other apparent restorations elsewhere in the picture. The painting should be hung as is. This condition report has been provided courtesy of Simon Parkes Art Conservation, Inc.
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Catalogue Note

Upon returning to Mexico from Paris in 1921, Diego Rivera was still deeply rooted in the European avant-garde. In Paris, he painted cubist portraits of his wife, Angelina Beloff with their son, Diego Miguel Angel Rivera. Upon the death of his child, Rivera found solace in the paintings of children by Pierre-Auguste Renoir.

After painting his first mural in Mexico, Rivera was invited by José Vasconcelos, the Minister of Education, to travel to the Isthmus of Tehuantepec to rediscover the beauty of the landscape and traditions of Oaxaca. From then on, Mexican children featured prominently in his paintings and for the following four decades, Rivera portrayed children of various social backgrounds from each of the regions he visited,  in poses that displayed the innocence that only children can convey. Above all, Rivera chose to portray Mexican indigenous children to express his deep love for Mexico and to visually relay his ideology of building a modern country with justice and equal opportunities for all.

Children appear in almost all his mural works: they are actors, witnesses and main characters of a country that was rapidly changing from pre-Columbian times through its epic history to the contemporary fight for a better Mexico. Between 1920 and 1940, Diego Rivera painted the children of humble peasants in their daily activities: playing, working and resting. For him, children were never anonymous characters because the Mexican Master always knew how to give them a personality and soul. Niña en azul y blanco from 1939 is actually the portrait of 10 year old Juanita Rosas. Rivera had painted her in 1930 just before traveling to San Francisco to execute murals and painted her again in 1934 upon returning from New York after the destruction of his mural at Rockefeller Center. Juanita was the model of several easel portraits in 1935 and in 1938 she posed again for Rivera: Juanita Rosas' entire childhood was documented by the artist.

In 1940, Max Epstein (1875 – 1954), a wealthy industrialist who had emigrated from Germany to the United States and became the founder of General American Tank Car Company, was looking to acquire a great painting by Diego Rivera.  Epstein and his wife Leola already had an important art collection with paintings by Sandro Boticelli, Diego Velásquez and Antoine Watteau, among others. A patron of the Arts Institute of Chicago, to whom his collection was later donated, Epstein probably came in contact with Mexican art through Betty Pirie who had been organizing important exhibitions of Mexican artists in the Chicago Arts Club since 1937. Juanita Rosas´ portrait was consigned in 1940 to Alberto Misrachi´s Central de Publicaciones, as Misrachi had a contract with Rivera to sell his works in Mexico. Girl in Blue and White, as it was originally registered, was sold to Epstein through art dealer Inés Amor and, at Epstein´s request, was sent to The Art Institute of Chicago.

Ten years later, the artist chose this painting to illustrate his catalogue of Exposición de Homenaje Nacional that the Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) organized in 1949 to celebrate 50 years of Rivera´s artistic career. This painting of Juanita Rosas is one of Rivera's greatest portraits of children, a fact the artist declared in his 1951 monograph.

Professor Luis-Martín Lozano
Mexico City, 2012

Cuando Diego Rivera regresó a México en 1921, todavía era un pintor afincado en las vanguardias europeas. En París había realizado composiciones cubistas con los retratos de Angeline Beloff y el hijo de ambos, Diego Miguel Ángel Rivera, en sus brazos. A la muerte temprana de su primogénito y único varón, Rivera sólo encontró candor en los niños pintados por Pierre-Auguste Renoir.

Tras pintar su primer mural en México, hizo falta que el maestro realizara en 1922 un viaje por el Istmo de Tehuantepec --enviado por el Ministro de Educación, José Vasconcelos--, para que redescubriera en Oaxaca la belleza del paisaje y el costumbrismo de su gente. A partir de entonces, los niños mexicanos habrían de convertirse en uno de los temas más entrañables de su pintura y durante las siguientes cuatro décadas, Diego Rivera los habría de retratar de todas las clases sociales y regiones que visitó, y en todas las actitudes que sólo un infante es capaz de trasmitir con su mirada y gestos elocuentes. Pero de entre todos sus modelos, fueron los niños indígenas en los que Rivera pudo reflejar su profundo amor por México y su convicción ideológica de querer construir un país moderno con justicia e igualdad de oportunidades.

Los niños aparecen en casi todos sus murales, son actores, testigos y protagonistas de un país que se transformaba a pasos agigantados, desde su pasado prehispánico, la épica de su historia y su lucha contemporánea por un México mejor. Entre 1920 y 1940, Diego Rivera pintó a los niños campesinos en sus faenas diarias, en el campo y en la ciudad, con sus padres y en sus tareas domésticas; jugando, trabajando y durmiendo. Para él nunca fueron personajes anónimos, ya que el maestro supo dotar a los retratos de ánima y personalidad propia; y en ocasiones dejó constancia de sus nombres y la edad que tenían cuando fueron pintados. Niña en azul y blanco de 1939, es en realidad un retrato de la niña Juanita Rosas a los 10 años de edad.

Rivera la había pintado por primera vez en 1930 antes de irse a San Francisco para ejecutar murales y luego de nuevo en 1934, cuando regresó de Nueva York, tras la destrucción de su mural en el Rockefeller Center. Juanita fue la modelo para varias pinturas de caballete que Rivera pintó en 1935 y en 1938 volvió a posar para el maestro, por lo que toda la infancia de Juanita Rosas quedó plasmada en los lienzos de Diego Rivera.  En 1940 el millonario industrial Max Epstein (1875-1954) buscó adquirir un importante cuadro de Diego Rivera; judío alemán inmigrante había hecho gran fortuna en Estados Unidos como fundador de la General American Tank Car Company, que forjaba y rentaba los vagones de tren para la transportación de los insumos y productos industriales de Chicago a toda la Unión Americana. Generoso mecenas, Max Epstein y su esposa Leola conformaron una importante colección de pinturas de grandes maestros como Sandro Botticelli, Diego Velázquez y Antoine Watteau, entre otros. Patrono del Chicago Art Institute, a quienes legó su colección, Epstein quizá entró en contacto con el arte mexicano a través de la promotora Betty Pirie, quien desde 1937 organizó importantes exposiciones de artistas mexicanos en el Arts Club de la ciudad de Chicago.

El retrato de Juanita Rosas que Diego Rivera pintó en 1939 fue consignado en 1940 a la Central de Publicaciones de Alberto Misrachi, quien tenía un acuerdo con Rivera para vender su obra en México. Girl in Blue and White, título con el que se registró, fue vendido a Max Epstein a través de la galerista Inés Amor y remitido al Art Institute de Chicago, a petición del coleccionista. Diez años mas tarde el artista eligió esta pintura para ilustrar el catálogo de la gran Exposición  de Homenaje Nacional que el Instituto Nacional de Bellas Artes organizó en 1949 para celebrar los 50 años de la labor artística de Diego Rivera. Para el maestro, esta pintura de Juanita Rosas se trataba de uno de sus mejores retratos infantiles y así decidió consignarlo en su monografía publicada en 1951.