N08798

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Lot 49
  • 49

Rufino Tamayo (1899-1991)

Estimate
300,000 - 400,000 USD
bidding is closed

Description

  • Rufino Tamayo
  • Naturaleza muerta con cabeza (Retrato de mujer)
  • signed and dated 32 upper right
  • oil and sand on canvas
  • 25 5/8 by 19 1/2 in.
  • 65 by 49.5 cm

Provenance

Private Collection, Mexico

Exhibited

Mexico City, Museo Nacional de Artes Plásticas, Tamayo: Veinte años de su Labor Pictórica, June-September, 1948, no. 15, illustrated

Literature

Luis Cardoza y Aragón, La nube y el reloj: Pintura Contemporánea Mexicana, Mexico City, 1940, Universidad Nacional Autónoma de México, no. 7, illustrated
Xavier Villaurrutia, "Rufino Tamayo," México en el Arte, August 2, 1948, illustrated
Ceferino Palencia, Rufino Tamayo, Mexico City, 1950, Ediciones de Arte, no. 24, illustrated
Fausto Castillo, "La pintura desconcertante de Rufino Tamayo," Nosotros, June 7, 1951, discussed p. 35
Paul Westheim, Tamayo: una Investigación Estética, Mexico City, 1957, Artes de México, illustrated
Octavio Paz, Tamayo en la Pintura Mexicana, Mexico City, 1959, Universidad Nacional Autónoma de México, Dirección General de Publicaciones, no. 8, illustrated
María Izquierdo (exhibition catalogue), Centro Cultural Arte Contemporáneo A.C., Fundación Cultural Televisa, Mexico City, November, 1988-February, 1989, no. 8, illustrated
Luis Cardoza y Aragón, La nube y el reloj: Pintura Contemporánea Mexicana, Mexico City, 2003, Landucci Editores, p. 314, no. 147, illustrated
Diana C. Du Pont, Tamayo: a Modern Icon Reinterpreted (exhibition catalogue), Santa Barbara Museum of Art, Santa Barbara; Miami Art Museum, Miami; Museo Tamayo Arte Contemporáneo, Mexico City, February 17, 2007-January 21, 2008, p. 215, illustrated

Condition

This painting is in beautiful state. It is still stretched on its original stretcher. The surface is clean, the paint layer is stable and there are no retouches. Some of the original paint reads quite darkly under ultraviolet light but this is not to be confused with retouching. This condition report has been provided courtesy of Simon Parkes Art Conservation, Inc.
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Catalogue Note

One of the mysteries put forth by this painting, usually considered a portrait of María Izquierdo, is this—is it really a portrait of the painter who at the time was Rufino Tamayo's lover, confidante and colleague? Do these refined and stylized features correspond to Izquierdo's unrefined beauty? I don't think so. Rather, I believe this could be a painting that builds on a theme similar to the well-known painting executed that same year titled Tribute to Juárez. In that painting, the hero's stone-carved bust springs to life when Tamayo gives him eyes that really see the scenery in which the hero's commemorative sculpture is immersed.

This female bust seems inanimate, inscrutable and inexpressive, sculpted from an inert material, the furthest thing from Izquierdo's character. In 1932, a year before their breakup and the date of this painting, Tamayo shared a studio with Izquierdo in the heights of the Portal de los Evangelistas located in the stately Plaza de Santo Domingo, part of the heart of the Centro Histórico of Mexico. To this day, there stands a fountain commemorating the heroine of Mexico's Independence—Doña Josefa Ortiz de Domínguez, Chief Magistrate of Querétaro, who played a decisive role at the beginning of the war of Independence from Spain. The bust here painted by Tamayo somehow recalls the aristocratic head, the hairstyle and profile of that sculpture, visible from the window of Tamayo's studio. Another line of reasoning that brings us closer to this hypothesis is the constant appearance of sculptural fragments in the still lives painted by Tamayo between 1928 and 1930—an arm, a foot, a head, all painted with a strange sense of humor that lend a surrealistic touch to those works as well as this one.

Juan Carlos Pereda, art historian, Mexico City

La desconcertante belleza de este lienzo tiene algunos enigmas que no permiten disfrutar en primera instancia de la visión de un cuadro alejado de la vista del gran publico por muchas generaciones, pero que ahora esta momentáneamente a nuestro alcance. Considerado tradicionalmente como un retrato de Maria izquierdo, una incógnita que presenta el lienzo es ¿se trata efectivamente de un retrato de la pintora?, quien en la fecha en que fue realizado el cuadro, era compañera sentimental, confidente y colega de Rufino Tamayo. ¿Corresponden esos rasgos finos y estilizados a la ruda belleza de la Izquierdo? tengo para mi que no.

Pienso más bien que esta pintura pudiera representar un antecedente del celebre cuadro titulado Homenaje a Juárez, pintado ese mismo año; en aquel cuadro el busto de piedra del prócer cobra vida, al pintarle Tamayo unos ojos que realmente ven el escenario en el que esta inmersa la escultura conmemorativa del héroe. Este busto femenino parece inanimado, hierático e inexpresivo, esta esculpido en una materia inerte, y nada más lejano del carácter de la pintora, de cuyos testimonios dicen era una vital mujer, ardientemente y apasionada, ofuscada por la belleza de la vida. En 1932, un año antes de su separación, y fecha en que fue pintado este cuadro, Tamayo compartía con María un estudio que se situaba en los altos del Portal de los Evangelistas en la señorial Plaza de Santo Domingo, en el corazón del Centro Histórico de México, ahí hay hasta la actualidad, una fuente que conmemora a la heroína de la Independencia de México: Doña Josefa Ortiz de Domínguez, Corregidora de Querétaro, quien tuvo una decisiva participación en el inicio de la guerra de nuestra Independencia de España. Pues bien, el busto pintado por Tamayo recuerda de cerca la aristocratizante cabeza, el peinado y el perfil de aquella escultura, visible desde la ventana del estudio del pintor. Concedamos por ahora que si no es María, pudiera ser la corregidora de Querétaro. Otro razonamiento que acerca a esta hipótesis es la aparición constante de fragmentos escultóricos en las naturalezas muertas de Tamayo realizadas entre 1928 – 1930, un brazo, un pie, una cabeza, pintados con humor dan un toque surrealista a esos lienzos, entonces por que no pintar un busto completo como parte de esa parafernalia tan del gusto del artista?. Por otro lado, todos los retratos que conocemos de Izquierdo la representan viva, henchida de sensualidad o misticismo, como en el retrato en que aparece en trance, con los ojos cerrados y un cigarrillo encendido cerca de su mano, y un fantasmal pez que surca los aires a espalda de la pintora, en otros retratos es la personificación misma de las fuerzas telúricas de la pasión carnal, María desnuda, María coqueta, María monumental, siempre impetuosa, voluptuosa, llena de vigor, musical, ¿entonces por que representarla como un trozo de materia inerte? Otro tópico que viene a la mente al ver este lienzo es el problema estético que aborda Tamayo: el cuadro dentro del cuadro. Efectivamente Tamayo ha querido hacer referencia al oficio de la pintura y ha citado una de sus obras para componer la escena. La intensión esta reafirmada con la firma y la fecha colocadas dentro del cuadro pintado dentro del cuadro, ya que el dato y la rubrica aparecen en ese lienzo que se cita como un objeto más de la pintura y no en la "tela real" donde se pintó la composición completa. Una de las guitarras que componen la naturaleza muerta pende también del cuadro pintado dentro del cuadro, con un enorme clavo, que entre tanto enigma resulta amigable dentro de su naturaleza y función inequívoca. Una vez hechas esas observaciones disfrutemos del lienzo, una excepcional naturaleza muerta, compleja y de extraña belleza, alejada de todo lo que la pudiera hacerla parecer convencional. Dos simpáticas guitarras chaparras y gordas pintadas de rosa, que bien podría envidiar el propio Fernando Botero, y que hacen ángulo al busto de perfil, ponen una nota de humor y empatia, una pitahaya cortada, muestra su contrastado color interior y exterior, unos trozos de troncos de árbol cortados, dan espacio a los objetos de la composición, creando un área espacial sin perspectiva pero con espacio y nuevamente el cuadro dentro del cuadro, que vuelve a reclamar nuestra atención. Es sin duda una temprana obra maestra del ingenio y talento de Rufino Tamayo, uno de los mayores artistas que México dio al mundo.